La tromboflebitis de la vena yugular interna es una complicación frecuente en las infecciones cervicales y puede también ocurrir de forma primaria, generalmente como complicación de un catéter endovenoso. Los hallazgos clínicos consisten en fiebre, dolor y ensanchamiento de partes blandas a lo largo del trayecto de la vena yugular interna justo por detrás del músculo esternocleidomastoideo. Esta infección tiene el potencial de complicarse con embolismo séptico pulmonar, así como extenderse a los senos venosos cerebrales y producir meningitis. En la TC se identifican la reacción inflamatoria de los tejidos blandos perivasculares y la presencia de un defecto central dentro de la vena yugular interna debido al trombo como puede observarse en la Fig. 1. Se insinúa el realce de pared en la vena yugular interna derecha. En esta paciente como complicación de una vía central. Los hallazgos son menos llamativos que si proviene directamente de un foco infeccioso primario (p.e. infección odontógena).
Clásicamente se ha llamado Sd. Lemierre a la sepsis postanginosa, una enfermedad rara en nuestros tiempos. Ocurre después de una infección orofaríngea y se manifiesta por una tromboflebitis séptica de la yugular interna e infección metastásica. Está producida por microorganismos anaerobios, siendo el Fusobacterium necrophorum el más frecuente. Sin embargo, hoy en día podemos ver que los términos tromboflebitis séptica y Sd. de Lemierre son intercambiables. Así podemos encontrar sus variantes gastrointestinales o pélvicas (imaginad un absceso tubo ovárico complicado con tromboflebitis séptica de vena ovárica). Las pruebas de imagen como la TC y la ecografía doppler son fundamentales para su diagnóstico. La ecografía doppler presenta sus limitaciones: una menor exactitud diagnóstica que la TC y el hecho de ser operador-dependiente.
Presentamos un caso de apendicitis aguda perforada complicada con tromboflebitis séptica de vena mesentérica superior (TSVMS). Esta entidad, la TSVMS es poco frecuente, siendo las etiologías quirúrgicas más frecuentemente asociadas la apendicitis y la diverticulitis. En muchos casos no se llega a diagnosticar con progresión a pileflebitis empeorando drásticamente el pronóstico del paciente.
Fig. 2. TC abdominal con contraste endovenoso. Corte axial. Apendicitis aguda retrocecal perforada con burbuja de gas extraluminal.
Fig. 3. TC abdominal con contraste ev. Corte coronal. Trombo en el interior de VMS con permeabilidad de vena porta. Patrón de grasa reticulada perivascular.
Fig. 4. Corte axial. Aumento del calibre de la VMS con realce de la pared vascular.
El tratamiento consiste en antibioterapia precoz, prolongada, a dosis altas y de amplio espectro. Todo el mundo coincide en este punto. En tromboflebitis séptica de venas yugulares no hay coincidencia entre la necesidad o no de anticoagular. A veces la excisión quirúrgica en caso de embolismos sépticos se ha hecho necesaria. En el segundo caso propuesto además de antibioterapia la gran mayoría opta por anticoagular o terapia fibrinolítica para tratar de evitar la progresión a trombosis venosa portal y sus consecuencias.
Tabla 1.
SUGERENCIAS de LECTURA:
1.- Núñez DB Jr. Infecciones de la cara y el cuello suprahioideo. In: Monografía SERAM. Imágenes diagnósticas en la infección. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2006: 87-91.
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3.- Lee L, Kang YS, Astromoff N. Septic thrombophlebitis of the inferior mesenteric vein associated with diverticulitis CT diagnosis. Clin Imaging. 1996;20:115-7.
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